José Antonio Tolosa Caceres
Historiador, escritor y poeta

PALABRAS DEL ABUELO PARA UNA DESPEDIDA


 

Palabras del Abuelo
Para una despedida

 
Han querido las directivas del Colegio Santo Ángel de la Guarda, que sea yo, quien haga unas cuantas palabras para despedir a las niñas que en este año del señor 2002, culminaron sus estudios secundarios y se van airosas a sus casas con el diploma de bachilleres bajo el brazo, con la satisfacción del deber cumplido, la alegría de la vida en el alma y una paloma blanca en el nido de sus sueños.
 
Y es que yo, a pesar de mis 78 años de existencia, llevo un niño dormido en el corazón y un jovenzuelo retozón en la sangre, por eso puedo decir cosas tiernas, crear imágenes acariciadoras del espíritu y comprender con claridad la inmensa alegría que embarga los tiernos corazones de las niñas que hoy confrontan dos situaciones antagónicas: la una, la alegría de haber culminado una importante etapa de sus vidas y la otra, la tristeza de partir dejando en el pasado cercano de sus recuerdos, los pequeños sinsabores, las dulces saudades y las aparentes penas que el diario acontecer fue dejando como huella de mariposa en la materia joven de sus corazones. Ahora ante los ojos de todas se abren horizontes desconocidos, paisajes no imaginados, escollos no presentidos, pero la educación cristiana que aquí les impartieron y que ellas guardan celosamente en sus corazones, será la fortaleza que las anime y las impulse a la conquista de sus ideales o las acorace contra las tentativas de la derrota o el infortunio. La fe mueve montañas y ellas, como buenas angelinas, están revestidas de fe y debidamente preparadas para no envanecerse con el triunfo ni amilanarse en la derrota, porque el Santo Ángel de la Guarda va con ellas en todos los pasos de sus vidas. Hoy lloran sus corazones por dos causas: la primera porque han terminado felizmente una larga jornada de sacrificios que a veces las hizo creer que saldrían derrotadas pero cuando triunfaron entendieron que el colegio, siendo un lugar de plenas disciplinas, es a la vez un segundo hogar donde impera la comprensión, el amor y la justicia medios de talar dificultades y salir triunfantes a la luz de las realidades humanas.
 
Me hago vocero de todas las niñas que en el día de hoy reciben su grado de bachiller. Entre esas niñas está mi querida nieta Ana Maria  Tolosa Rico para quién escribí unas palabras de despedida cuando se doctoró en el preescolar poema que vamos a compartir hoy con todas las graduandas y del cual hacemos participe a la hermana directora, a las directivas, profesores, profesoras, padres y madres de familia y demás personal del colegio que de una u otra manera contribuyeron con su ciencia, su pedagogía, su sentimiento humano y su abundancia del alma a la formación intelectual y moral de las niñas que hoy se despiden con lagrimas de tristeza y alegria
 
 
 
Por Ana María Tolosa, en el acto de recibir su Doctorado
de Preescolar por el Colegio Santa Teresita de Lisieux
 
¿Habéis visto una rosa
nacer en la alborada?
¿Habéis visto una espiga
granar en la campiña?
 
¿Habéis visto una estrella
rielar en lontananza?
y un pájaro canoro
trinar en la enramada?
 
Eso es mi corazón,
mi corazón de niña;
 
estrella que titila en la distancia,
espiga que se nutre de esperanza,
pajarillo que canta en el ramaje
y rosa que perfuma la mañana.
 
¡Vengo a decir Adiós!
 
Un adiós sin partida ni distancia,
Porque mi niño corazón no alcanza
A entender el sentido de “Partir”.
 
Sólo se que me voy, pero mi alma
con toda su inocencia y su fragancia,
con mi rosa, mi espiga y mi alborada
y mi pájaro azul, se queda aquí.
 
Aquí, junto a vosotras, mis maestras,
Aquí entre las aulas bulliciosas,
donde aprendí el misterio de las letras
y percibí el sentido de las cosas.
 
A todos, condiscípulos, os digo:
un adiós momentáneo y transitorio.
Que no haya ingratitud en vuestro espíritu
Y en vuestro corazón no anide el odio.
 
Que al paso por la vida recordemos
el dulce mandamiento que nos dieron:
amar a nuestros padres con desvelo
y al prójimo con la luz del nazareno
 
y a Colombia, amar mucho a Colombia,
la patria tutelar donde nacimos,
la patria que llevamos en el alma,
la patria que nos llora si partimos.
 
Yo no les digo adiós, sino hasta luego.
Porque yo no me voy, aquí les dejo
Mi niño corazón, mi dulce infancia,
Mi rosa mañanera y su fragancia,
mi pájaro canoro, picoteando la espiga del recuerdo.
 
                                          El Abuelo.
 
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