CRISTOBAL COLON
CRISTOBAL COLON
Hubo una vez un hombre
de visiones astrales
que soñaba imposibles
y mundos fantasmales.
El era un hombre recio
de carácter erguido,
que viajaba en silencio
por mundos siderales,
por incógnitos mares
de plomo derretido.
El llevaba en el alma
- como un presentimiento –
una estirpe de hombres
en un mundo lejano;
y su sueño era raudo
como el alma del viento,
duro como las rocas,
sutil como un arcano.
Por aquellas edades
el mundo conocido
podía contemplarse
de las altas almenas;
iba por las cortes
relatando ese sueño,
que nadie le creía
pues era un sueño apenas.
En una corte mística
de cruces y de espadas.
Le escucharon –silentes-
dos testas coronadas.
Y, escépticos, dijeron:
“!es un sueño imposible!”.
Pero aquel soñador impenitente
Con voz segura y con palabra ardiente,
dijo a sus Majestades;
“!Plugo al Dios omnisciente
que habré de convertir
en realidades
estas dulces y caras ilusiones”
y la reina asintió
con la aquiescencia
de su real esposo,
el soberano.
De Palos de Moguer
tres carabelas
de enhiestas proas
y de blancas velas
se hicieron a la mar,
a la conquista
del nuevo vellocino.
¡Terror entre gente marinera!,
amenaza de muerte,
mil querellas,
mas aquel soñador empedernido
¡leía su destino en las estrellas!
Y prosiguió anhelante su camino,
¡y el milagro se hizo!
Un Nuevo Mundo para el Viejo Mundo,
un hombre nuevo para el hombre viejo.
¡OH soñador de ínclitos empeños,
fecundo vencedor de adversidades!,
haz que con tu sapiencia y tu consejo
¡Podamos nuestros sueños
convertir en realidades!.