José Antonio Tolosa Caceres
Historiador, escritor y poeta

DISCURSO EN OCAÑA

 

Señor presidente y demás Miembros de la Honorable ACADEMIA DE HISTORIA DE OCAÑA, autoridades civiles, eclesiásticas y militares, señores invitados especiales
Señoras y Señores:
 
Al llegar a este Recinto sagrado, donde un día retumbara la voz de los convencionistas de 1828, el espíritu se siente anonadado y el corazón jadeante de ventura pues una sensación de grandeza nos invade y nos sentimos nimbados por la gloria.
 
El doctor OLGER GARCIA VELASQUEZ me insinuó decir una palabras sobre Santander y sus relaciones con personas de esta esclarecida sociedad en aquellos días de la Convención, especialmente lo relativo a sus aventuras amorosas y sus relaciones con el bello sexo femenino ocañero, pero da la coincidencia de que Santander es demasiado austero, demasiado serio; su condición de soldado erguido y recio aunada a su autoridad de Magistrado no permite sondear su vida por esos derroteros.
 
Por ello he decidido hablar sobre la Convención de Ocaña y las actuaciones del Héroe en tan magno cuerpo colegiado: 
 
 
La Convención de Ocaña 1828.
 
 
Francisco de Paula Santander, Francisco Soto, Luís Vargas Tejada, Ezequiel Rojas, el médico José Félix Merizalde y el Coronel José Concha, salieron de Bogotá para Ocaña, el 16 de febrero de 1828, sin que a Santander se le hubieran autorizado sus edecanes para que lo acompañaran en el largo viaje, a pesar de su alta investidura de Vicepresidente de la República. 
 
Fueron recibidos en Ocaña por el jefe político Miguel Martínez Troncoso y el diputado Francisco Aquilino Jácome.  
 
El 2 de marzo de 1828, era el día acordado por la ley para la instalación de la Convención, pero las enormes lejanías, lo malo de los caminos la carencia de recursos económicos que por burla, el gobierno no proveyó, la instalación no fue posible por falta de quórum hasta el 9 de abril del mismo año. 
 
Para entonces era Ocaña una ciudad de escasos tres mil habitantes, de clima suave y vida tranquila; un punto geográfico donde convergían todos los caminos de la patria; un lugar estratégico para que se reunieran un centenar de, patricios los cuales venían de los más remotos lugares de nuestra América, desde el Lago de Nicaragua hasta el Amazonas y desde las Guayana hasta el Pacífico. Esta ciudad pequeña diezmada y empobrecida por la continúa Guerrilla de los Colorados era la capital del cuarto cantón de la provincia de Mompós.
 
 Mientras se completaba el quórum se nombró una Junta Preparatoria que se reunía en la sala de la Municipalidad, presidida por el doctor Francisco Soto y como Secretario Interino el doctor Luís Vargas Tejada.
 
Para superar la monotonía durante todo el mes de marzo el General Santander daba paseos vespertinos por los alrededores de la ciudad con sus compañeros convencionistas, otras veces concurrían a tertulias en casas de familias distinguidas, escuchaban interpretaciones musicales y en compañía de las hermosas mujeres Ocañeras degustaban ricas viandas de la región. 
 
Algunos bailes de sociedad tuvieron lugar en casa de don Manuel José Trigos casado con Carmen Ibáñez Arias, Hermana de doña Nicolasa. 
 
Luego de una larga espera, Sesenta y ocho diputados pudieron reunirse para la ceremonia de inauguración de la Gran Convención de Ocaña a las 9 de la mañana, del día 9 de abril de 1828. Este número de diputados se aumentó luego a 74 miembros. Vestidos de rigurosa etiqueta se congregaron los diputados en la iglesia principal de la población, donde asistieron primero, a una misa ofrecida al Espíritu Santo y después  un Tedeum. Las reuniones de la convención se llevarían  a cabo en el recinto de la iglesia de San Francisco, y,  allí llegaron los diputados hacia las 11 de la mañana.  
 
El discurso de inauguración fue pronunciado por el doctor Francisco Soto, director de la Junta Preparatoria.
 
Tres tendencias políticas se distinguían plenamente en el seno de la Convención: El grupo Santanderista integrado por excelentes oradores tales como Vicente Azuero, Francisco Soto y el mismo Santander quienes se oponían a la dictadura con poderes ilimitados. Los de tendencias centralistas de inspiración bolivariana, comandados por José María Castillo y Rada, José Joaquín Gori y Pedro Briceño Méndez, quienes propendían el absolutismo, y finalmente los independientes como Andrés Navarrete o Juan de Dios Aranzazu que podían decidir las actuaciones de la Convención. 
 
Se llevó a cabo la elección y como primer Presidente fue elegido el doctor José María del Castillo y Rada, para ejercer esta función por un período de 15 días la votación fue, 33 votos por Castillo y Rada y 31 a favor del General Santander, hecho que fue considerado como un triunfo para los Bolivarianos.
 
Como Vicepresidente fue elegido el doctor Andrés Navarrete quien aunque independiente era amigo del Libertador. Terminado el período de Castillo y Rada fue elegido Presidente de la Constituyente el doctor José Ignacio de Márquez y como Vicepresidente Martín Tovar Ponte.
 
Estos actuaron hasta el 21 de mayo cuando fueron reemplazados por el doctor Francisco Soto como Presidente y Antonio María Briceño como Vicepresidente.
 
Todos los proyectos que se discutieron en la Convención de Ocaña fueron polémicos, en lo único en que estuvieron de acuerdo todos los diputados fue en la necesidad de cambiar la Carta Constitucional que regía la República y que estaba vigente desde 1821. Se convino en nombrar una comisión que elaborara las bases de reforma en la cual debía figurar el doctor Vicente Azuero, que había ofrecido presentar un proyecto de Reformas Constitucionales.
 
Pero este proyecto tampoco fue aprobado por la mayoría de los Convencionistas y de aquí en adelante las sesiones se tornaron turbulentas y tan violentas que nadie se entendía ni aceptaba los razonamientos de sus opositores, hasta el punto que todos los bolivarianos optaron por retirarse del Cuerpo Colegiado dejándolo sin quórum y por ende, sin bases para seguir deliberando. Dicho en otras palabras la Convención quedó disuelta por sustracción de materia, al respecto se levanto una Acta en la que se dice textualmente : “Reconocemos que se hallan suspendidas las sesiones de la Gran Convención y encargados al señor Presidente le comunique al Poder Ejecutivo”.
 
El último Presidente de la Gran Convención fue don Joaquín Mosquera y el Vicepresidente don Manuel María Quijano.
 
La decisión consignada en la última Acta fue firmada por cincuenta y cuatro convencionistas constituyentes entre los que se contaba el General Francisco de Paula Santander. Era el día 11 de Junio de 1828.
 
Después del estruendoso fracaso de la Convención, Santander salió de Ocaña con rumbo a Villa del Rosario de Cúcuta en compañía del doctor Francisco Soto y el doctor Ezequiel Rojas. A pocos días de permanecer en su suelo nativo, emprendió viaje de regreso a Bogotá por la vía Pamplona-Bucaramanga-Socorro-Tunja.
 
En todo el recorrido fue agasajado por amigos y adeptos que le manifestaban su respeto y admiración, pues él simbolizaba los principios de la Democracia.
 
 
SEÑORES ACADEMICOS, MUCHISIMAS GRACIAS
 
                                                          J. A. TOLOSA CACERES
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